domingo, 19 de agosto de 2012

Carta abierta a la organización del Rock And Love (Con Copia: Búnker del Este)

Primero que nada, permitanme saludarlos por el show que orquestaron ayer en El Búnker del Este, el cual presencie y honestamente disfruté. Fue algo fuera de lo común, con poco pero aún así algo de atrevimiento del que hace falta, principalmente propinado por nuestra anfitriona Drag. El asunto es que, quizás el Búnker del Este no estaba preprarado para ese cambio de estrategia. El Búnker es, principalmente, un lugar para sentarse a tomar curda mientras de fondo se pasean distintos géneros de rock que difícilmente puedan escucharse en otro lugar nocturno. Incluso cuando se presenta alguna banda se mantiene esta premisa, y si hay público que obstruye de disfrutar de la presentación a quienes estén en mesa, se les llama a apartarse, cosa que he vivido en carne propia. La vibra es muy distinta de la de un club o una discoteca. Anoche, el Búnker no supo manejar que el centro de la noche fuese el show y no las cervezas. Paso a relatar mi experiencia:

En primer lugar, tal como lo aconsejaba el flyer del evento, mi compañera y yo llegamos temprano para hacernos de un buen lugar en mesa y disfrutar del espectáculo, como habíamos hecho antes cuando había toques de bandas en el Búnker. Apenas nos habiamos sentado nuestro mesonero nos anuncia que se está exigiendo un servicio de ron o vodka por mesa. Es costumbre en el Búnker (entendible, por demás) exigir el consumo a los clientes en mesa, pero ahora se nos exigió consumir un producto en específico. A mi novia y a mi en lo particular no nos gusta ninguna de las dos bebidas, y nos manejamos más bien entre la sangría y la birra ocasional. Pero, ya habíamos llegado muy lejos para regresar, ¡traiganos su ron más barato por favor! (ah, por cierto, también se nos informa informa ante nuestra sorpresa que el servicio cuesta más que lo que normalmente cuesta por haber “un evento”). Al poco tiempo de traernos nuestro servicio, se nos trae además sin aviso y sin opción la cuenta de la mesa. Les estaban mandando a cerrar las cuentas nos dijo el mesonero, así que tuvimos que cancelar de una vez nuestros gastos, y no al finalizar la noche como es costumbre. El ambiente emanaba desorganización. De repente empezaron a poblar el espacio entre las mesas grupos de personas a los cuales, a pesar de no tener mesa, el Búnker no tuvo escrúpulos para ofrecerles el mismo paquete: tome su servicio forzoso de ron, ¿no tiene mesa? Ponga la hielera en el piso... y pague de una vez. Al comenzar el espectáculo, se hizo evidente el por qué del modus operandi de aquella noche: el Búnker no podía controlar el espectáculo... y lo sabía de antemano.

Apenas tomó el escenario el anfitrión para dar inicio al cronograma de actuaciones todo el público se aglutinó en torno a la tarima, y a medida que el campo visual se iba disminuyendo, el resto del público empleó las sillas como pedestales para obtener una mejor visión. El resultado fue que a no más de 5 metros de la tarmina se hizo imposible ver otra cosa que las espaldas de los espectadores. La administración del Búnker por su parte no hizo ningún esfuerzo por corregir la situación, y hasta los mesoneros se adelantaron entre el público y se encaramaron a una silla para ver los stripstease o los monólogos drag. En vez de haber llegado a las 9, lo mismo valía que hubiese llegado a las 12 a escabullirme entre el público, y me hubiese ahorrado el trago amargo de pagar por un beneficio que no obtuve (disfrutar el espectáculo desde una mesa cercana a la tarima)... y el trago amargo del ron. En mis idas al baño pude apreciar el descontento aún mayor de los que tenían mesas más atrás, que no podían ver un carajo a menos que abandonaran su mesa, cosa que la organización del Búnker parecía pasarse por el forro.

Uno puede organizar un evento con mesas, con público sentado y bien atendido con mesoneros y servicios, o un evento de público en pie, con trago en mano, conglomerado en torno a la tarima. Lo que no funciona es la mezcla oportunista que articuló el Búnker anoche, donde quizo cobrar los beneficios de la primera opción, pero ofreciendo el servicio de la segunda.

A ustedes, los organizadores del Rock And Love espero verlos de nuevo en esta ciudad, con más atracciones y espectáculos (y con suerte con más atrevimiento y reto a la buena costumbre y correctitud del público). Con suerte, será en un lugar más apto, o quizás en el mismo, pero con condiciones más acordes a las circunstancias.

Saludos y buenos deseos,

Alejandro Rodríguez

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